Un uniforme que se diferencia bien del titular y que parece concebido para usarse cuando de verdad hace falta y no para lucir en partidos contra rivales de escasa magnitud. No tener que lavar la ropa manualmente supuso entonces una auténtica revolución, pudiendo tardar menos de un minuto en accionar el dispositivo y que en poco menos de una hora saliese limpia y desprendiendo una fragancia agradable.